Él dejó la pluma.
Quedó quieta en la mesa.
Quieta en el vacío.
Él dejó la pluma.
¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar!
Está paralizado por lo que sucede muy lejos
aunque la prodigiosa mochila late como un corazón.
Afuera, es el comienzo del verano.
Del verdor llegan silbos -¿personas o pájaros?
Y cerezos en flor que palmean los camiones que llegaron a casa.
Pasan semanas.
Se hace lentamente noche.
Las polillas en la ventana:
pequeños, pálidos telegramas del mundo.
Tomas Tranströmer
Suecia
Tomas Tranströmer
Suecia
Una preciosura de poema !
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Mil besos.
Yo diría: demasiado lo que no sabes cómo escribir.
ResponderEliminarHermoso texto.
Quieta para siempre sobre la huella del recuerdo.
ResponderEliminarBesos
También tú has dejado reposar esa plma transmisora de tantos sentimientos, Trini.
ResponderEliminarLeo el poema y te recuerdo y añoro esas letras tuyas.