Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran más que señales
que dejó el tiempo vivido hasta hoy,
con sus conflictos
cotidianos,
los momentos de tristeza y de alegría,
la efímera felicidad y el afán
por atraparla,
las preocupaciones y ocupaciones,
lo aprendido.
Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran sino marcas,
como las que deja el mar sobre las rocas,
o el sol sobre una montaña nevada.
Como las huellas de un pie sobre la arena.
Creí que eran arrugas, qué tonta.
Y no eran más que rótulos,
la firma que sobre la piel
quiso dejar la vida.
Dolo Vidosa
España
España
Que bien describes las arrugas.
ResponderEliminarLa marca del paso del tiempo y nadie lo puede controlar, nos escribe en la piel con tinta indeleble.
Un abrazo.
Ambar
Precioso versar en tus letras que atrapan por su veracidad, placer leerte.
ResponderEliminarBesos de luz.