Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Pablo Neruda
(Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto)
Chile
Parral, 2 de julio de 1904/
Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973
Qué maravilla Neruda, no?
ResponderEliminarEste es uno de los poemas más intensos en lo que se refiere al amor y la pasión,que le conozco...
Su entrega es absolutamente directa en cuanto a sentimientos y descripciones, sin rodeos, sin adornos innecesarios.
Gracias por traerlo, Trini.
Es un lujo.