En las doradas cúspides del sueño,
donde la piel redobla su ternura,
donde el beso resigue tu textura
y mi cuerpo reclama a su otro dueño,
donde el deseo es huésped halagüeño
y la muesca caricia en la hendidura,
donde el tacto remonta su espesura
y la vida renace de su empeño,
donde estás tú y el labio no censura
el agravio más grande o más pequeño,
donde la ausencia siempre es la tortura
y tu presencia un bálsamo hogareño,
allí quiero morir, en la segura
tranquilidad del sueño de tu sueño.
Israel Clará
Ese es el locus amenus más real, el verdadero, donde uno encuentra la paz, el sueño de su sueño. La felicidad se expresa en el recorrido del cuerpo del ser amado, que es la casa, la habitación del que lo ama.
ResponderEliminarBello.
Besazos, querida Trini.
Sueños compartidos, "en la seguridad tranquila del sueño de tu sueño".
ResponderEliminarUn beso