Mientras la hoja
del alfanje avanzaba
Sobre el miedo
atrincherado
El mundo
desperezaba un párpado,
Vacilaba.
Y cuando el ojo de
la cámara
Rasgó por fin el
silencio
Un metódico
vendaval ensangrentó
Para siempre las
aguas y los campos.
Las altas
conciencias que en el universo
El caos ordenan
Rescataron el
sosiego en la fluidez
De urgentes
relatorios
Y en la incierta
estadística de los esqueletos.
Ruanda cuenta aún
los cráneos de sus hijos.
São Tomé
Santana, 8 de diciembre de 1961
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