Yo callaba enredado en el acento
de tu piel encendida.
Amanecía en Granada
sobre la luz verdeante de tus ojos
y aquella imagen se hizo fiebre
tras el alba secreta.
Tu lengua era mi lengua.
Tu carne era mi carne,
mas nada quedaría después de nuestro sueño,
sino las cicatrices
de cada beso, la acordanza
herida de imposibles paraísos.
La Alhambra iba clavándose
en cada verso, en cada adiós
que pronunciábamos
bajo el fulgor de aquel estío
quemante y turbador.
Salimos hasta el brillo de las calles
y supe bien que no estarías
cuando el sol comenzase
a dolerme muy dentro.
Jorge de Arco
España
Madrid en 1969/
Precioso, ese sentimiento que brilla, se alza y vuela como la Alhambra...Y después desaparece como un espejismo al salir el sol.
ResponderEliminarMi abrazo para Jorge y para ti, Trini.
M.Jesús
Besarse en la Alhambra de Granada, debe de ser como alcanzar el Cielo.
ResponderEliminarAy mi Granada, suspiro de amaneceres y lirios encendidos.
Si alguna vez me pierdo quiero que me gusten en Granada.