No añadí grandes cosas a
la vida,
ni un tropo de dicción,
por decir algo,
no domé el infortunio, he
sido pobre,
me puso a salvo el tiempo
al ignorarme,
y no fui ni académico
siquiera;
dije cuanto tenía que
decir,
que no fue mucho, creo
un rimero de páginas con
líneas
que no llegaban nunca
hasta los bordes;
incompleta también, con
muchos blancos
que acolchaban aristas
astilladas,
fue la fama que nunca
ambicioné
(eso decía al menos,
aunque nunca se sabe lo que
albergan
los corazones dados a la
lírica).
Ahora nada importa,
sonrío al recordar esos
trajines,
porque la eternidad no se
parece
en nada a lo que sueñan
los poetas.
Carlos Pujol
España
Barcelona, 1936/
Barcelona16 de enero de
2012
Nadie sabe en realidad lo que veremos en la eternidad.
ResponderEliminarIgual es mucho mejor de lo que sueñan los poetas.
La vida es una incógnita.
Nadie sabe nada.