No es que yo viva
para la añoranza
ni que, a menudo,
ande cabizbajo
pero, si alguna
vez se viene abajo
mi corazón y
pierdo la esperanza,
si retrocede la
ilusión y avanza
sombrío el
desaliento, no hay atajo
mejor, para
ponerme a salvo bajo
el cielo, que
volver a la bonanza
de aquella luz, de
aquella primavera,
de aquel tiempo de
sueños sin frontera
cuando nada se
sabe de la muerte.
No es que yo viva
para la memoria,
pero el agua de
ayer me sabe a gloria
cuando mi corazón
no está de suerte.
Víctor Jiménez
España
Sevilla, 1957
Precioso y profundo soneto...Asi es, la memoria nos resguarda de los vientos presentes y nos proyecta hacia el futuro, esperanzados...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo para Victor y para ti, Trini.