Y
sabías amar, y eras prudente,
y
era la primavera y eras bueno,
y
estaba el cielo azul, resplandeciente.
Y
besabas mis manos con dulzura,
y
mirabas mis ojos con tus ojos,
que
mordían a veces de amargura.
Y
yo pasaba como el mismo hielo…
Yo
pasaba sin ver en dónde estaba
ni
el cruel infierno ni el amable cielo.
Yo
no sentía nada… En el vacío
vagaba
con el alma condenada
a
mi dolor satánico y sombrío.
Y
te dejé marchar calladamente,
a
ti, que amar sabías y eras bueno,
y
eras dulce, magnánimo y prudente.
Toda
palabra en ruego te fue poca,
pero
el dolor cerraba mis oídos…
Ah,
estaba el alma como dura roca.
Argentina
Sala
Capriasca, Suiza, mayo de 1892/
Mar
del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938
Bendita seas, Alfonsina.
ResponderEliminarTe abrazo desde el tiempo.