Bajo
las alas rosa de este laurel florido,
amémonos.
El viejo y eterno lampadario
de
la luna ha encendido su fulgor milenario
y
este rincón de hierba tiene calor de nido.
Amémonos. Acaso haya un fauno escondido
junto
al tronco del dulce laurel hospitalario
y
llore al encontrarse sin amor, solitario,
mirando
nuestro idilio frente al prado dormido.
Amémonos. La noche clara, aromosa y mística
tiene
no sé qué suave dulzura cabalística.
Somos
grandes y solos sobre el haz de los campos
y se aman las luciérnagas entre nuestros cabellos,
con
estremecimientos breves como destellos
de
vagas esmeraldas y extraños crisolampos.
Juana
de Ibarbourou
Uruguay
Melo,
8 de marzo de 1892/
Montevideo,
15 de julio de 1979
Bendita sea Juana de Ibarbourou.
ResponderEliminarNo hay verso en ella que no valga la pena.