que me cumpla los
sueños, que me entregue
los deseos
cumplidos de otros días,
porque al fin he
aprendido que los sueños
son igual que las
alas de un insecto
y al tocarlos el
hombre se deshacen;
y es que un sueño
al cumplirse es otra cosa
que no ayuda a
volar.
Lo que al día le
pido es ese sueño
que al rozarlo se
parta en otros sueños
lo mismo que una
bola de mercurio,
y que brille muy
lejos de mis manos.
Lo que al día le
pido empieza a ser
más difícil
incluso de alcanzar
que los sueños
cumplidos, porque exige
la fe antigua en
los sueños.
Lo que al día le
pido es solamente
un poco de
esperanza, esa forma modesta
de la felicidad.
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