Yo
sólo quería
que
en medio de la noche
cuando
los dos sabíamos que el otro
estaba
despierto
–lo
sabíamos porque conocíamos
nuestras
formas de respirar
y
también ese perfume
especial
que exhala el cuerpo
a
tu lado dormido–
me
abrazara fuerte
fuerte
y me dijera
despacio
al oído
“eso
debió dolerte mucho”
o
“cuánto te lastimaron”
para
después agregar
“no
te preocupes
ahora
no estás sola y todo
va
a salir bien”
o
algo por el estilo
me
hubiera gustado creer
pero
cuando le dije
lo
que me había pasado
lo
que el otro me había hecho
fue
tanto su dolor que
se
olvidó de consolarme y se alejó
se
alejaron
su
respiración y su perfume y nunca más
supe
lo que era ese abrazo
fuerte
en medio de la noche.
Anahí
Mallol
Argentina
La
Plata, 1968
gracias, Trini!
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