Si todo marchara
bien,
realmente bien,
sin incidentes o desgracias,
al fin llegará la
temblorina.
Veo vibrar a
amigos más viejos,
de manos y
barbillas temblorosas.
Hablemos, pues, de
este movimiento,
del viento que
sopla desde adentro
y continuamente
sacude
las hojas de los
dedos.
Por lo tanto, es
ésta la constante
agitación
neurológica que me aguarda
si todo, pero
todo, marcha bien.
Y me trasformaré
en un abedul
o en un ciprés a
orillas del río,
en ese tremolar de
luces
alzadas por la
brisa.
Seré soplo, me
haré soplar,
como ropa tendida
bajo el sol.
Italia
Roma, 10 de enero
de 1957
No hay comentarios:
Publicar un comentario