Mostrando entradas con la etiqueta Brasil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Brasil. Mostrar todas las entradas

06 marzo 2019

Carlos Castro Saavedra: Dios

En el pan está Dios, en la colmena.
En el tallo, en la flor, en el aroma.
En el aire, en la luz, en la paloma.
En la sal, en la voz, en la azucena.

Está en el fruto que de miel se llena.
En el agua amorosa que se toma.
En la estrella que tiembla cuando asoma.
En la flauta que llora cuando suena.

Está en el nido oculto, está en la rama.
En la chispa, en la brasa, entre la llama
que alimenta la lámpara del día.

Y sobre todo está en el corazón
que en el molino azul de la canción·
muele su grano de melancolía.
Carlos Castro Saavedra
Brasil
Itabira, Minas Gerais, 31 de octubre de 1902
Río de Janeiro, 17 de agosto de 1987

09 febrero 2019

Iacir Anderson Freitas: Soledad

De la infancia no llegan postales
apenas algas
y un cierto olor a nube
que el viento disimula.

alguien discurre sobre el diluvio.
el telégrafo se calla.

distinto se hizo el ejercicio de la aurora,
ornada por un sol de pobres.

de algún país
llegan las convocatorias
pero ya no basta estar entre los navegantes
para sobrevivir
(lo que fue el amor
no nos escolta).

nos quedamos solos,
con el día desvaneciéndose,
en el humo.

día espeso, espeso,
en el que aún no es posible penetrar.
Iacir Anderson Freitas
Brasil
Minas Gerais, 1963

07 enero 2019

Hilda Hilst: Si yo supiese tu nombre verdadero

Si yo supiese
Tu nombre verdadero

Te tomaría
Húmeda, tenue

Y entonces descansarías.

Si susurraras
Tu nombre secreto
En mis caminos
Entre la vida y el sueño

Te prometo, muerte,
La vida de un poeta. La mía:
Palabras vivas, fuego, fuente.

Si me tocaras,
Amantísima, blanda
Como fui tocada por los hombres

En vez de Muerte
Te llamo Poesía
Fuego, Fuente, Palabra viva
Suerte.
Hilda Hilst
Brasil
Jaú, Estado de São Paulo, 21 de abril de 1930
Campinas, Estado de São Paulo, 4 de febrero de 2004

06 enero 2019

Azevedo Oliveira: Todo en orden

Las especies se extinguen a razón
de casi una por hora:
Ya falta poco tal vez
para que llegue al fin nuestro turno.
Azevedo Oliveira
Brasil
1937-1981

29 septiembre 2018

Carlos Drummond de Andrade: José

¿Y ahora, José?
La fiesta se acabó,
la luz se apagó,
el pueblo desapareció,
la noche enfrió,
¿y ahora, José?
¿y ahora, usted?
¿Usted que es sin nombre,
que se burla de los otros,
Usted que hace versos,
que ama, protesta?
¿Y ahora, José?

Está sin mujer,
está sin discurso,
está sin cariño,
ya no puede beber,
ya no puede fumar,
escupir ya no puede.
la noche enfrió,
el día no vino,
No vino el tranvía,
la risa no vino,
no vino la utopía
y todo acabó
y todo huyó
y todo se dañó,
¿y ahora, José?

¿Y ahora, José?
su dulce palabra,
su instante de fiebre,
su gula y ayuno,
su biblioteca,
su labranza de oro,
su traje de cristal,
su incoherencia,
su odio – ¿y ahora?

Con la llave en la mano
quiere abrir la puerta,
no existe puerta;
quiere morir en el mar,
pero el mar se secó;
quiere ir a Minas,
Minas no hay más.
José, ¿y ahora?

Si usted gritara,
si usted gimiera,
si usted tocara
el vals vienés,
si usted durmiera,
si usted se cansara,
si usted muriera…
Pero usted no muere,
¡usted es duro, José!

Solo en la oscuridad
sin teogonía,
como un animal herido,
sin pared alguna
para recostarse,
sin caballo negro
que huya al galope,
¡usted marcha, José!
José, ¿hacia dónde?
Carlos Drummond de Andrade
Brasil
Itabira, Minas Gerais, 31 de octubre de 1902
Río de Janeiro, 17 de agosto de 1987

12 abril 2018

Floriano Martins: Raquel

¿Hasta cuándo puedo confiar en tus palabras?
Me pides que busque la salvación en tu nombre,
que desfallezca, aguarde, vague, permita
que me olviden todos. Me ilusiono creyendo en la visión
de tus encantos, y acato atenta tus preceptos.
Para los desengañados, debo abrir amplias fosas.
Y entrego mi cuerpo a aquellos que lo necesiten.
Una vez más padezco, y aguardo, y me vuelvo
nada, un retazo, una sombra perturbada,
hasta que me canse e indague por los siete llantos
de mi alma exánime: ¿un día me consolarás?
Abro la mano y persigo los rastros de mi destino.
Me extravío allí tantas veces que ya no distingo
a mi único suplicio: ¿tú, cuándo me consolarás? 
Floriano Martins
Brasil
Fortaleza, 1957

24 febrero 2018

Vinícius de Moraes, La ausente

Amiga, infinitamente amiga
En algún lugar tu corazón late por mí
En algún lugar tus ojos se cierran al recordar los míos
En algún lugar tus manos se crispan, tus senos
Se hinchan de leche, desfalleces y caminas
Como ciega a mi encuentro…
Amiga, última locura
La tranquilidad suavizó mi piel
Y mis cabellos. Sólo mi vientre
Te espera, lleno de raíces y de asombros
Ven amiga.
Mi desnudez es absoluta
Mis ojos son espejos para tu deseo
Y mi pecho es tabla de suplicios
Ven. Mis músculos son dulces para tus dientes
Y áspera mi barba. Ven a sumergirte en mí
Como en el mar, a nadar en mí como en el mar
Ven, ahógate en mí, amiga mía
En mí como en el mar… 
Vinícius de Moraes
Brasil
Gávea, Río de Janeiro,19 de octubre de 1913
Río de Janeiro, 9 de julio de 1980

07 enero 2018

Hilda Hilst: Las cosas no existen...

  
O que nós vemos das coisas são as coisas.

           Fernando Pessoa
Las cosas no existen.
Lo que existe es la idea
melancólica y suave
que hacemos de las cosas.

La mesa de escribir es hecha de amor
y de sumisión.
En tanto
nadie la ve
como yo la veo.
Para los hombres
es hecha de madera
y está cubierta de tinta.
Para mí también
más la madera
protege su interior
pues su interior es humano.

Los libros son criaturas.
Cada página un año de vida,
cada lectura un poco de alegría
y esta alegría
es igual al consuelo de los hombres
cuando inquietos permanecemos
en respuesta a sus inquietudes.

Las cosas no existen.
La idea, sí.

La idea es infinita
igual que el sueño de los niños.
Hilda Hilst
Brasil
Jaú, Estado de São Paulo, 21 de abril de 1930
Campinas, Estado de São Paulo, 4 de febrero de 2004

23 diciembre 2017

La muerte del ciudadano, Ledo Ivo

Levántate Juan y grita al mundo
la protesta escondida en tu pecho
o guardada en tu llanto.
Ahora que moriste, el mundo es menos grande.
Perdiste, finalmente, los cielos supradivinos
y la dulzura de un átomo.
Vales más tieso que vivo,
con tu metafísica evidente
en los pliegues de la mortaja.
Levántate, Juan y grita a los presentes
que esta vida no cede, que esta isla
no esconde un tesoro.
Lloraste inútilmente: amaste en vano.
Al viento, ofreciste tu rostro desnudo,
imagen de Juan.
Debajo del paisaje quedarás
hasta diluirse tu sumario total:
el polvo que fue Juan.
Ledo Ivo
Brasil
Maceió, Alagoas, 18 de febrero de 1924
Sevilla, España, 23 de diciembre de 2012

30 octubre 2017

Carlos Drummond de Andrade: No te mates

Carlos, calmate, el amor
es eso que estás viendo:
hoy besa, mañana no besa,
pasado mañana es domingo
y el lunes nadie sabe
qué va a pasar.

Inútil que te resistas
y lo mismo suicidarte.
No te mates, no te mates,
guardate todo para
el casamiento que nadie sabe
cuándo va a ser
si es que es.

El amor, Carlos telúrico,
pasó la noche en vos,
y las represiones, sublimándose,
hacían ahí adentro un barullo indecible,
rezos,
vitrolas,
santos persignándose,
anuncios del mejor jabón,
barullo que nadie sabe
de qué era, o para qué.
Carlos Drummond de Andrade
Brasil
Itabira, Minas Gerais, 31 de octubre de 1902
Río de Janeiro, 17 de agosto de 1987

21 octubre 2017

Azevedo Oliveira: La vita nuova

Demasiado vivaz para mi lentitud, te escapaste
del asedio no por tímido
menos apasionado
Y qué arquetipo compusimos, Beatríz:
también aquí
miraditas furtivas,
medias palabras a la orilla del agua
Azevedo Oliveira
Brasil
1937-1981

15 septiembre 2017

Carlos Drummond de Andrade: Poema que ocurrió

Ningún deseo en este domingo
ningún problema en esta vida
el mundo paró de repente
los hombres quedaron callados
domingo sin fin ni comienzo.

La mano que escribe este poema
no sabe que está escribiendo
mas puede ser que si supiese.
Carlos Drummond de Andrade
Brasil
Itabira, Minas Gerais, 31 de octubre de 1902
Río de Janeiro, 17 de agosto de 1987

13 septiembre 2017

Hilda Hilst, No me busques ahí

No me busques ahí
donde los vivos visitan
a los llamados muertos.
Búscame
dentro de las grandes aguas
en las plazas
en el corazón del fuego,
entre caballos, perros,
en los arrozales, en el arroyo
o junto a los pájaros
o en el reflejo
de alguien
que sube un duro camino

Piedra, semilla, sal
Pasos de la vida. Búscame ahí.
Viva.
Hilda Hilst
Brasil
Jaú, Estado de São Paulo, 21 de abril de 1930
Campinas, Estado de São Paulo, 4 de febrero de 2004 

11 septiembre 2017

Enamorados, Manuel Bandeira

El muchacho se acercó a la muchacha y dijo:
—Antonia, todavía no me acostumbré a tu cuerpo, a tu cara
La muchacha miró de lado y esperó.
-¿Tú sabes, cuando uno es un muchacho y de pronto ve              
una oruga rayada?
.La muchacha recordaba:
uno se queda mirando...
La niñez jugueteó de nuevo en sus ojos
El muchacho prosiguió con
mucha dulzura:
—Antonia, me pareces una oruga rayada.
La muchacha abrió enormemente los ojos, exclamó.
El muchacho concluyó:
Antonia, estás bellísima. Pareces loca
 Manuel Bandeira
Brasil
Recife, Pernambuco, 19 de abril de 1886/
Río de Janeiro, 13 de octubre de 1968

08 septiembre 2017

Irene en el cielo, Manuel Bandeira

Irene negra
Irene buena
Irene siempre de buen humor
Me imagino a Irene entrando al cielo: -¡permiso, mi blanco!
Y San Pedro bonachón:
-Pasa, Irene. Tú no necesitas pedir permiso.
Manuel Bandeira
Brasil
Recife, Pernambuco, 19 de abril de 1886/

07 septiembre 2017

Madrigal tan gracioso, Manuel Bandeira

Teresa, eres la cosa más bonita que ví
hasta hoy en mi  vida.
incluido el  conejito de indias
          que me regalaron                        cuando                                       
tenía seis años.
Manuel Bandeira
Brasil
Recife, Pernambuco, 19 de abril de 1886/
Río de Janeiro, 13 de octubre de 1968

05 septiembre 2017

Alberto da Costa e Silva, 5 de septiembre

Cuando nos crearon,
las manos del dios ya estaban
cansadas.

Por eso,
somos frágiles y mortales. Y amamos,
para rescatar lo que en el dios
fue sueño.
 
Alberto Vasconcellos da Costa e Silva
Brasil
São Paulo, 12 de mayo de 1931

29 agosto 2017

A un hijo que cumple dieciocho años, Alberto da Costa e Silva

(Fragmento)
Aparceros, Antonio, en secreto,
así de amor se viste el cuerpo.
Así se acuesta el cuerpo en la tristeza.
Así recoge el tiempo flores, en brazadas.

Todo es silencio, al reverso. La vida
es una vieja cansada. La vida encobre
el sol.
           Siempre ha sido pobre
la mano que traza este surco en el día,
este surco en lo oscuro,
incomprensible e inútil
como llevar un buey a pastar en la playa.

(Mas los dedos de la vieja  mueven los bolillos,

                                           y la luz vuela.)
Alberto da Costa e Silva
Brasil
São Paulo, 12 de mayo de 1931

Carlos Drummond de Andrade: Tus hombros soportan el mundo

Llega un tiempo en que no se dice más: mi Dios.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en que no se dice más: mi amor.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres golpean la puerta, no abrirás.
Quedaste solo, la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos resplandecen enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.

Poco importa la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y no pesa más que la mano de un niño.
La guerra, las hambres, las discusiones dentro de los edificios
prueban apenas que la vida prosigue
y no todos se liberaron aún.
Algunos, hallando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó un tiempo en que nada se gana con morir.
Llegó un tiempo en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.
Carlos Drummond de Andrade
Brasil
Itabira, Minas Gerais, 31 de octubre de 1902
Río de Janeiro, 17 de agosto de 1987

21 agosto 2017

A un hijo que cumple dieciocho años, Alberto da Costa e Silva

(Fragmento)
Antonio,
los dioses pintan mariposas
mas nosotros sabemos como
en los hombres sueñan
y sangran.

Existe el río.
Existe el campo. Existen
amapolas y un cielo temprano.
Existen el no y la páscua y la noche obesa
y  el ocio furioso. El iluminado
gusto de la fiebre y la herida existen.
Existen lo eterno y la sombra
de un cielo fosco y desierto
sobre cuando lo olvidamos.

Existen
veleros y sonámbulos, el día,
las escamas del pez, la alegría.
Existen la soledad – zambullimiento, asombro –
y el soñares contigo.
El dolor existe.
Alberto da Costa e Silva
Brasil
São Paulo, 12 de mayo de 1931