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25 enero 2017

Carmen Villoro, Escoba

Eres un gallo surrealista, escoba.
Con la cresta hacia abajo
pintas la madrugada,
borras la luna en el papel del cielo.
Es tu rezo de espigas un anuncio.
Si mueves tu cintura de provincia
amanecen los pájaros.
Rascas la calva gris del pavimento,
las calles sueltan otra vez las trenzas,
algunos coches comienzan a ser ríos.
Barres con eses largas
las sombras que cayeron de los árboles.
Cuelgan de las persianas racimos de agua.
Tiende la luz
entusiasmos recientes en las cuerdas del aire.
Tu voz de lija blanca despeja otras ciudades.

Yo despierto.

Carmen Villoro
México
Ciudad de México , 24 de octubre de 1958 

01 enero 2014

Carmen Villoro, Telón

Quien haya espiado por las cerraduras
quien haya andado a gatas bajo la mesa del comedor
quien haya desvestido poco a poco a un ser amado
quien haya quitado la venda de unos ojos
quien haya tapado con la sábana a un muerto
quien haya jugado al escondite atrás de las cortinas
quien haya escuchado tras la puerta una conversación
quien haya escondido una fotografía en un libro
una flor en un cajón
quien haya sido traicionado por sus propias palabras
quien haya recibido una llamada largamente inesperada
quien haya escuchado una declaración de amor
quien haya prendido la luz en medio de la noche
sabe lo que el telón esconde.

Carmen Villoro
México
Ciudad de México , 24 de octubre de 1958 
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28 septiembre 2010

Carmen Villoro, Bajo amorosa sombra

Cúrame con tus manos,
toca de mí el olvido
que se fue acomodando entre los pliegues.
No venga la tormenta a amordazar mis sueños,
sólo esta lluvia suave, vespertina
despierte en mí los pétalos dormidos.
Desnúdame en silencio,
hoja por hoja
hasta dejar al descubierto el punto
del estremecimiento.
No debe haber estrépitos
que vulneren la calma de mi piel
tendida para ti como un estanque
en donde sólo el toque de tus labios
perturba la quietud.
No quiero los platillos
festejando con notas deslumbrantes
la pasión de los cuerpos,
ni los timbales ebrios
apurando la noche;
sólo la melodía de una flauta
tenue pero sinuosa
que adormezca con ritmo acompasado
estos miedos que vas quitando al paso.
Disuelve con tus dedos
el dolor y sus máculas guardadas
en rincones ocultos;
que se adelgace el tiempo
con tu humedad benigna
hasta llegar al límite de lo que no ha sufrido
magulladura alguna.
Devuélvele la paz a mis palabras
deseosas de ser playas
donde arriben tus barcas sigilosas.
Este amor en penumbra
aluza más que el sol
la gruta en que se había escondido
una parte de mí,
tal vez la más secreta.
Acerca con prudencia
toda tu voz, tus años, tu tibieza
y cuídame despacio
como una flor quebrada
que revive por fin
bajo amorosa sombra.

Carmen Villoro
México 
Ciudad de México , 24 de octubre de 1958