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12 mayo 2018

Luz Helena Cordero Villamizar, También sucede

Sucede que me canso de ser hombre…
Pablo Neruda

Sucede que me canso de ser mujer
ojal en el abrigo del tiempo
canoa en que viajan los deseos
aro en la oreja de la tierra
flor transitoria en la memoria
ola que amenaza y cae como niña
lengua que salpica la conciencia
mano ahíta de silencios
cuerpo sin énfasis en ángulos
jarra responsable del agua
del hambre que gotea en las ventanas
donde hay niños repentinos
y hombres con rostros elocuentes.
Sucede que no estoy cuando me buscan
ardo los anaqueles si es preciso
y para huir también uso silencios.
Rueda la confusión en las paredes.
Quisiera lavar las culpas de los muertos.
Soy esa palabra que no acaba de salir
y se resbala por los dedos
como una miel metafísica.
Sucede que me canso de ser mujer
jardín de adjetivos
menuda
tierna
quebradiza
con la única fuerza que llevo
con el único encargo que tengo
de sostener el mundo.
Luz Helena Cordero Villamizar
Colombia
Bucaramanga, 1961

27 octubre 2017

Luz Helena Cordero, Eso dicen

Dicen que hablar no cuesta nada.
Parece infalible la sentencia.
Se cae la boca con el grito,
pesan las palabras como trenes frenéticos
que atropellan las noches,
el compás del corazón,
la forma de peinarse.
Alguien pronuncia dos palabras
y se desploma el paisaje en la ventana,
deja de salir el agua por el grifo
o sale con desgano, sin sed que la recoja.
Dices adiós y algo se quiebra,
puede ser el espejo o su imagen,
alguna cosa que guardabas,
la secreta esperanza de un algo impronunciable,
su cobarde mudez.
Podríamos andar ligeros de voz y de preguntas,
dos o tres dudas como globos que estallan
sin ruido, sin misterio.
Pero las palabras se cargan de sal y de sonidos
llegan a pesar tanto que un día nos matan
de memoria, de silencio,
qué le vamos a hacer,
si estamos más hechos de palabras que de huesos
y hablar nos cuesta todo.
Luz Helena Cordero
Colombia
Bucaramanga, 1961

27 agosto 2017

El patio de la casa de María, Luz Helena Cordero Villamizar

La casa de María tenía un patio de lluvia,
ollas rotas en lugar de macetas
donde lombrices de tierra plegaban el misterio,
tréboles morados semejaban mariposas,
un caracol asomaba sus tentáculos
y su concha tenía la forma del secreto.
La enredadera, a falta de pared,
se abrazaba alrededor de sí misma
formando nudos que los gatos reventaban
con sus uñas de juguetería.
El suelo del patio de la casa de María
era verdoso de tan húmedo,
su baba pintaba mis dedos -parientes de las hojas-,
el universo cabía entre mis manos.
Por los canales y las paredes
del patio de la casa de María
bajaba el agua a borbotones
o salpicaba con el sonido triste de las cinco de la tarde,
la hora en que María empezaba a regresar.
Entonces yo, que hablaba el lenguaje húmedo
de la lombriz o el caracol,
iba reptando hasta el tiempo en que habría de saber
que María no tenía casa,
la casa no tenía patio
y el patio era una forma de la memoria. 
Luz Helena Cordero Villamizar
Colombia
Bucaramanga, 1961