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22 enero 2017

Dolors Alberola, Como cada domingo

Como cada domingo
o día de visita
me quedaba sin pan
menos mal que llegaban los hijos
atravesaban lentamente las calles
hasta volver a casa
en donde esperaba atemporal
definitiva
con un plato de arroz entre mis manos
creía que la vida estaba hecha a domingos
como esos cobertores de telas discordantes
como esos libros tristes que perpetran a veces
como esas propagandas ficticias de la tele
y esperaba el domingo después de cada lunes
después de cada tarde solitaria
después de cada gesto despectivo
esperaba a los hijos mansamente
como se espera el viento
como se espera a Dios desde la tierra
esperaba de pie tranquilamente
la mesa bien servida y el corazón abierto
esperaba a los hijos que venían
atravesando calles sorteando peligros
acariciando perros vagabundos
que esperan cual las madres los domingos
como migas de pan
que arrojan los señores posesivos
que permite la ley
que manda Dios
(y si no qué más da que no lo mande)
esperaba a los hijos tercamente
como espera el labriego la cosecha
con los surcos abiertos
con las sienes mojadas por la espera
esperaba a los hijos
esperaba a los hijos.

Dolors Alberola
España
Sueca, Valencia, 14 de enero de 1952/

07 octubre 2016

Dolors Alberola, Refranero del can

El poema es el mejor amigo del hombre.
Detrás de un gran poeta existe un perro.
París bien vale un ladrido y Edith Piaf es la luna.
Hasta mayo, no te rasques el verso.
No sólo de la gramática vive el hombre.
Más vale canto en mano que aullido en los bares de la vida.
Vine, mordí y vencí. Vino, lamió y triunfó
-el hueso estaba echado-.
Las autoridades solitarias advierten
que la vacunación puede dañar, terriblemente, a la poesía.

Dolors Alberola
España
Sueca, Valencia, 14 de enero de 1952/ 

05 julio 2016

Dolors Alberola, Sentada en la alameda vieja

Ahora que conozco quince o veinte ciudades
que he leído seiscientos setecientos volúmenes
que sé hablar en francés
y me defiendo incluso
en cualquier otra lengua
me dices que me amas y qué vamos a hacerle
si del viento no cuelgan madreselvas
las golondrinas cruzan y no llenan estantes
el cielo en este invierno no vuelca sus tinajas
y el vecino de enfrente me gusta más que tú
siete años te esperé
sentada en una esquina
la farola del parque se derritió de pánico
el sereno aprendió
a dibujar mi imagen
y un colegio de monjas se convirtió en café
ahora me da igual
ya te conozco tanto a fuerza de seguirte
que incluso de tu sombra sé decir el tamaño
entonces qué más da
que me quieras un poco
después de tantas horas de infortunio
poder besar tu boca es un derroche.

Dolors Alberola 
España
Sueca, Valencia, 14 de enero de 1952/ 
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