Comenzamos una conversación
se parte por la mitad.
Comenzamos a construir un muro
no nos dejan terminarlo.
Y nuestra canción, partida.
Todo lo acaba el horizonte.
Por encima de las lonas pasan a manadas las
estrellas
a veces cansadas, a veces amargas, sin
embargo
seguras
por sus caminos, y por los nuestros.
Y el día, hasta el más injusto, te deja en
el
bolsillo
una banderita azul y blanca de la fiesta de
la mar,
te deja una bocanada de aire limpio
te deja en la vista la gracia de los ojos
que miraban contigo la misma piedra,
que repartieron por igual el mismo dolor,
la misma nube, la misma sombra.
Todo lo hemos repartido, camaradas,
el pan, el agua, el cigarrillo, la pena,
y la esperanza.
Ahora podemos vivir o morirnos
sencillamente y con belleza –con mucha
belleza-
igual que si abrimos una puerta a la mañana
y decimos buenos días al sol y al mundo.
Grecia
Monemvasía , 1 de mayo de 1909
Atenas, 11 de noviembre
de 1990
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