Si fui amarga fue por la pena.
El capitán gritó "Sálvese quien
pueda"
y yo, sin pensarlo más, me lancé al
agua,
como ávida nadadora
como si siempre hubiera estado
esperando ese momento,
el momento supremo de soledad
en que nada pesa
nada queda ya
sino el deseo impostergable de vivir;
me lancé al agua, es cierto, sin mirar
atrás.
De mirar quizás no me lanzara
habría vacilado mirando tus grandes
ojos tristes
siniestros remordimientos me hubieran
impedido ya
saltar al espacio
tocar la fría humedad del aire
el nocturno relente
y caer
como recién nacida
en la flotante superficie del bote
donde todo habría de continuar,
no se sabe adónde.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes
la vela suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes,
la vela mística suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás.
"Sálvese quien pueda" gritaba
el capitán
De haber mirado
de haber vuelto los ojos
como Eurídice
ya no podría saltar
pertenecería al pasado
anclada entre las redes del barco, tu
capitán, el moho de las sillas
los versos que consumíamos en las
noches de vigilia
tu pereza de saltar,
tu vergüenza de correr,
atrapada entre las hermosas lianas de
los versos preferidos,
acaso no hubiera respirado más el aire
salino
ni visto aparecer el sol;
era un caso de vida o muerte
"Sálvese quien pueda"
había gritado el capitán,
la vida era una hipótesis de salto,
quedarse, una muerte segura.
Uruguay
Montevideo,12 de noviembre de 1941
No hay comentarios:
Publicar un comentario