¡Dejadme llorar,
que ha muerto la Esperanza...
asesinada en pleno
día, ahora...!
¡Traedme de las
sombras el vestido más triste
y cubrid mi
semblante con un inmenso velo de humo!
Quiso arropar a
los pequeños. ¡Vedla: desnuda, silenciosa,
asesinada ante
nosotros bajo yertas ruinas...!
¡Traedme un mar
hirviente de cicuta.
que apure y calme
el asco de mi boca sombría!
¡Oh, mar!
¡Préstame tu armadura
para avanzar con
ella hacia los asesinos, relumbrante,
y con millares de
infernales olas escupirlos,
y
-¡cobardes!- arrodillados ante la
Esperanza muerta.
Los asesinos, en
secreto, como gordos gusanos se retuercen,
la levantan de
prisa, al ataúd la arrojan.
¡Pero ha volado ya
desde sus manos el corazón de la Esperanza!
Rumania
24 de abril de
1911/
Bucarest, 21 de agosto
de 1991
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