18 enero 2017

Eugen Jebeleanu, Una voz

¡Dejadme llorar, que ha muerto la Esperanza...
asesinada en pleno día, ahora...!
¡Traedme de las sombras el vestido más triste
y cubrid mi semblante con un inmenso velo de humo!

Quiso arropar a los pequeños. ¡Vedla: desnuda, silenciosa,
asesinada ante nosotros bajo yertas ruinas...!
¡Traedme un mar hirviente de cicuta.
que apure y calme el asco de mi boca sombría!

¡Oh, mar! ¡Préstame tu armadura
para avanzar con ella hacia los asesinos, relumbrante,
y con millares de infernales olas escupirlos,
y -¡cobardes!-  arrodillados ante la Esperanza muerta.

 Silencio. Calla el mar El horizonte calla. Desierto.
Los asesinos, en secreto, como gordos gusanos se retuercen,
la levantan de prisa, al ataúd la arrojan.

¡Pero ha volado ya desde sus manos el corazón de la Esperanza!

Rumania
24 de abril de 1911/
Bucarest, 21 de agosto de 1991

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