No
te voy a decir
que
quiero ser la arena
que
tus pies desnudos acaricie,
ni
los rayos del sol que bajen jubilosos
a
dorar más aún
la
fina miel que forma tu epidermis,
ni
el agua que la abrace con su espuma
ni
el viento que la bese
y
agite sus cabellos.
Sólo
quiero pedirte que no dejes
que
el beso y la caricia
de
la arena y las olas,
de
la luz y del aire,
destruyan
la huellas de los míos
ni
mi recuerdo que te sigue
como
muda presencia inevitable.
Cuba
1
de diciembre de 1910
La
Habana,20 de enero de 2010
1 comentario:
Ahí está nuestro miedo al olvido...Sin darnos cuenta que el amor siempre es presente en nuestra vida...Muy bello e inspirador.
Mi abrazo y mi ánimo siempre.
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