Que
no crezca jamás en mis entrañas
esa
calma aparente llamada escepticismo.
Huya
yo del resabio,
del
cinismo,
de
la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea
yo siempre en la vida
crea
yo siempre
en
las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme
los cantos de sirenas,
tenga
mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que
nunca se parezca mi epidermis
a
la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.
Llore
yo todavía
por
sueños imposibles
por
amores prohibidos
por
fantasías de niña hechas añicos.
Huya
yo del realismo encorsetado.
Consérvense
en mis labios las canciones,
muchas
y muy ruidosas y con muchos acordes.
Por
si vinieran tiempos de silencio.
Raquel
Lanseros
España
Jeréz
de la Frontera, Cádiz, 18 de marzo de1973
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