I
Desde mi juventud he navegado
junto a las costas dálmatas. Islotes
a flor de agua emergían, donde raro
un pájaro acechaba atento a presas,
cubiertos de aguas, resbalando, al sol
bellos como esmeraldas. Cuando la alta
marea y la noche los cegaba, velas
a sotavento más caían al mar,
para huir de su insidia. Hoy mi reino
es su tierra de nadie. A otros el puerto
encendía sus luces; a alta mar
empujé todavía el bravo espíritu,
y de la vida el doloroso amor
II
Pienso en un mar lejano, un puerto, ocultas
calles de aquel puerto; como en un día allí estaba,
y aquí estoy hoy, que a los dioses las palmas
implorantes elevo, no quieran castigarme
por una última victoria que suplico
(pero, por dulce, rige el corazón apenas);
pienso en sirena oscura
–beso ebriedad delirio–; pienso en Ulises
que allá abajo se alza de un triste lecho.
Umberto Saba
Italia
Trieste, 9 de marzo de 1883
Gorizia, 25 de agosto de 1957
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