Rota sobre el
arcoiris,
descubro que la
lluvia
es mi única
coraza.
De noche se me
forman
piscinas en el
hombro,
mientras cuento
mis pecas.
De mañana, imagino
que buceo en
ellas:
que mi nuez es
esponja,
que escribo mis
poemas
con la ruina de
nadie.
En el fondo de
todo
-cuyo cielo es
trapecio-
mi cuello de
botella
se empequeñece y
ríe,
con un mensaje
dentro:
salir jamás de
aquí,
hormiga a pata
coja.
O tumbada en añil:
mi barbilla es
cruel
y araña el
imperdible
que sujeta mis
botas,
o me arranco de
cuajo
el punzón que me
aferra
al balcón, y me
asomo.
He estado ahí
abajo.
Golpeo el techo y
llueve.
Diluvia mi
cabello:
la lluvia es mi
defensa;
éste, mi himno
acuático.
He estado ahí
abajo.
Abajo, más profunda.
Donde puedo estar
sola.
Incluso más abajo,
incrustada en el
fondo
del agua o de la
tierra.
Trenzas
destartaladas:
soy muñeca de
sucio
trapo, pisoteada,
rota sobre el
arcoiris.
Elena Medel
España
Córdoba, 29 de abril
de 1985/
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