Todos han muerto.
La
última vez que visité el pueblo
Eglé
me consolaba
y
estaba segura, como yo ,
de
que habían muerto todos.
Me
acostumbré a la idea de saberlos callados
bajo
la tierra.
Al
comienzo me pareció duro entender
que
mi abuela no trae canastos de higo
y se aburre debajo del mármol.
En
el invierno
me
tocaba visitar con los demás muchachos
el
bosque ruinoso,
sacar
pequeños peces del río
y
tomar, escuchando, un buen trago.
No
recuerdo con exactitud
cuándo
empezaron a morir.
Asistía
a las ceremonias y me gustaba
colocar
flores en la tierra recién removida.
Todos
han muerto.
La
última vez que visité el pueblo
Eglé
me esperaba
dijo
que tenía ojeras de abandonado
y
le sonreí con la beatitud de quien asiste
a
un pueblo donde la muerte va llevándose todo.
Hace
ya mucho tiempo que no voy al poblado.
No s é si Eglé siguió la tradición de morir
o
aún espera.
Venezuela
Pampanito, 1942
Mérida 2006
Pampanito, 1942
Mérida 2006
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