Tan sorda, tan ciega
que ya no oye el silencio.
Olvidó ese mirar azabache
donde encontrar la verdad
Se esfumó el olor a primavera
de repente
y vino la lluvia de enero
a parar en el iris hasta cegarlo
Ya no llueve.
La fina nieve entre sus dedos
ha derretido el desconsuelo
bajo un manto de hierba
No siente el frío
Hay manos de abrigo
cerca, muy cerca...
España
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