Un
pozo. Una mirada.
El
rumor de una acequia.
La
machadiana fuente.
Un
regato en el bosque.
La
rueda de fortuna de la noria.
El
lago. El mar. El río.
La
minuciosa majestad de los océanos.
Pero
volvamos al cristal, al espejo,
a
la copa callada en el alféizar,
volvamos
a tus ojos,
a
la humedad precisa de tu boca,
volvamos
al amor en los estanques,
y
olvida las corrientes subterráneas.
Estos
son los lugares del agua:
yo
soy el zahorí que la descubre.
Juan
Lamillar
España
Sevilla,
1957
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