Gracias, Señor
por la criatura
que, sacudiéndose la lluvia de las alas,
se aproxima a saltitos circunspectos
a picotear del pan una migaja,
casi bajo mi pie,
mientras espero sentado en una banca
el autobús que me regrese a casa,
luego de una noche insomne en hospital.
Gracias desde el alma por la compañía.
Gracias por no atemorizarla.
Emilio Coco
Italia
San Marco in Lamis, 1940
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