Ella se reinventa
cada tarde,
a eso del
crepúsculo,
delante de adelfas
y nenúfares,
jugueteando con
lumínicas estelas,
mientras la noche,
enérgica, amenaza.
Ella se reproduce
cada instante,
a eso del ahora
redentor,
arremolinándose en
un auto abrazo,
ahuyentando a los
feroces fantasmas,
abriendo sendas en
la campiña marina.
Ella es libre a su
modo,
que es el único
modo de ser libre.
Yo la quiero así,
indómita e insobornable.
Sabe que seguiré
siempre su senda,
respirando su
imperceptible aroma a sombras.
Toda mi luz, ella.
Antonio Gómez Hueso
España
Torredonjimeno, Jaén 2 de agosto de 1953
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