De
un tiempo a esta parte
algo
nos abandona día a día,
secretamente
y en puntillas
para
que no haya sobresaltos inútiles,
vanos
anuncios de imprevisibles efectos.
De
esta manera,
al
desayuno, de golpe, comprendemos que algo
ha
cambiado en la noche,
que
irremediablemente hemos olvidado ese verso,
que
el lustre de la piel se ha quedado prendido
de
las sábanas,
y
en nuestros huesos crece ahora un murmullo,
un
germinar de números,
y
si callamos
podemos
oír las pequeñas catástrofes del alma,
un
ruido como de pedazos que caen
irremediablemente
y sin estruendo.
De
un tiempo a esta parte
hay
un eco de adioses y derrumbes,
pero
tal vez somos nosotros los que estamos
partiendo,
pisando
los rosales que cultivamos un día.
Piedad
Bonnett
Colombia
Amalfi,
1951
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