En el goce he
dejado de existir,
porque existir es
recordar algo mejor que hoy.
Estirar de algún
modo
alguna muerte que
tuvimos
como si uno
tuviera un eco.
Pero no tenemos
nada más fuerte
que esta sacudida
de mordernos.
Tus piernas se
llaman
el olvido de Dios.
Tus labios se
llaman
la voz que no
dice.
Tu pubis se llama
el cielo que
murmulla.
Tus senos son los
ríos
por donde se meten
estas tardes.
Tu aire, el aire
tuyo
no es sonido
no es aire
eres tú,
transparente.
Venezuela
Caracas, 1936/
Mérida 18 de junio de 2010
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