Treinta pétalos
vacíos para tapar el olvido.
Nos depara tosca
nube el insomnio,
solitario infierno
que anticipa la memoria.
Habito
en el suburbio
amargo de la nada,
en la intimidad
del desamparo,
en el cristal de
los signos sin infancia.
Es el sonido que
alumbra
la incesante
tiniebla,
la agonía del
agua,
el hábito inasible
del miedo.
En las grietas del
verbo
se repite la
desidia de la espada.
Con prisa inútil
se desangra en
música el intolerable infinito.
Beatriz Hernán Angulo
España
Pontevedra, 17 de
octubre de 1963
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