Hace cuatro años en Amsterdam mientras me paseaba en el
tranvía de la tarde
vi un edificio enorme frente a mí Te pregunté: ¿Qué es
esto?
Concertgebouw —Respondiste.
Concertgebouw En ese entonces no sabía qué era eso pero
tu voz que lo susurró fue tan linda que a partir de ese momento esa palabra se
volvió
mi tesoro
No había escuchado a alguien
decirla antes ni después y fue la única vez que
susurraste
esa palabra que escuché sólo una vez
Yo fui la única que oyó en aquel momento esa blanda voz
tuya
Escrito aquí de esta manera Mi tesoro de pronto pierde su
brillo
se convierte en algo menos que el cadáver de una cigarra
Para desechar una cosa importante confesé mi secreto Para
olvidarme de esa palabra y también de ti
Adiós mi Concertgebouw
Jamás volveré a enamorarme de ti Las cosas importantes
hay que tirarlas una y mil veces
Hasta el rocío dulce de la separación pierde sabor al ser
escrito aquí
Ni siquiera siento una herida
Qué pena
No hay comentarios:
Publicar un comentario