08 marzo 2017

Adélia Prado, Endecha

Aunque el viejo rosal insista en este agosto
y confirmen el reinicio estas mujeres grávidas,
 yo sufro un cansancio, intermitente como ciertas fiebres.
Se me antoja lavarme el cabello e ir a secarlo al sol,
desprevenida. Y sucede que hasta canto.
Más posa en la canción el ave negra y ronca desafino,
sin compás, una pierna más corta,
 la ausencia ocupando todas mis habitaciones,
 el recuerdo endurecido en el cristal
de una piedra en la uretra.
Adélia Prado
Brasil
Divinópolis, 13 de diciembre de 1935

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