La
verdad, yo no creo en Dios
pero
entiendo que es una forma cualquiera
de
poner nombre al azar y a todo eso
que
ocurre fuera del control de uno
(además
de otras muchas cosas
que
aquí no vienen al caso),
y
por eso, con frecuencia,
me
sorprendo interpelándole
para
pedir esto o aquello,
que
puede ser algo concreto o simplemente
piedad,
un trato más razonable
o
un respiro. E incluso a veces
(como
hoy mismo, al abrir el sobre
con
el extracto mensual del plazo
de
una deuda eterna, y descubrir
que
no incluye aún la jodida cuota anual,
lo
que implica una cantidad más baja
de
lo esperado, y, sobre todo,
que
no lo van a cobrar, como temía,
el
día cuatro sino el siete),
me
sorprendo diciendo a nadie
en
voz alta: «Gracias, Dios, colega. Es algo»
(José
Alberto Rodríguez Tobes)
España
Aranda de Duero, Burgos, 1967
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