Recuérdame cuando
haya marchado
Lejos en la Tierra
Silenciosa;
Cuando mi mano ya
no puedas sostener,
Ni yo dudando en
partir, queriendo permanecer.
Recuérdame cuando
se acabe lo cotidiano,
Donde revelabas
nuestro futuro pensado:
Solo recuérdame,
bien lo sabes,
Cuando sea tarde
para plegarias o consuelos.
Y aunque debas
olvidarme por un momento
Para luego
evocarme, no lo lamentes:
Pues la oscuridad
y la pena dejan
Un vestigio de los
pensamientos que tuve:
Es mejor el olvido
en tu sonrisa
Que la tristeza
ahogada en tu recuerdo.
Reino Unido
Londres, 5 de
diciembre de 1830/
Torrington Square,
29 de diciembre de 1894
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