Hervías
la leche
y
seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías
la casa
con
una medida sin desperdicios.
Cada
minucia un sacramento,
como
una ofrenda al peso de la noche.
Todas
tus horas están justificadas
al
pasar del comedor a la sala,
donde
están los retratos
que
gustan de tus comentarios.
Fijas
la ley de todos los días
y
el ave dominical se entreabre
con
los colores del fuego
y
las espumas del puchero.
Cuando
se rompe un vaso,
es
tu risa la que tintinea.
El
centro de la casa
vuela
como el punto en la línea.
En
tus pesadillas
llueve
interminablemente
sobre
la colección de matas
enanas
y el flamboyán subterráneo.
Si
te atolondraras,
el
firmamento roto
en
lanzas de mármol,
se
echaría sobre nosotros.
José
Lezama Lima
Cuba
La
Habana, 19 de diciembre de 1910/
La
Habana, 9 de agosto de 1976
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