03 octubre 2017

Alicia en el país, Raúl Rivero

No conozco Irlanda todavía
ni he podido viajar a Inglaterra.
No fui a Lima por fin
ni a Miraflores
ni me casé contigo.

Nunca escribí el libro que queríamos
—unos versos serenos y apacibles—
y no pude leer la Biblia en esos años.

No fui a misa, es verdad.
Perdí el escapulario
o lo escondí por miedo.

Rompí la esquela de tu dirección
porque era peligrosa.

Te cambié la identidad en las fotos de grupo:
“La de los ojos claros
es una joven marxista peruana”.
Pero al final las escondí también
o se perdieron.

Esto, como verás, ya no es
un mensaje de amor
sino la crónica impura
de un ser humano
en su vórtice negro.
Porque después resueltamente
me hice simulador profesional
un animal ajeno
amaestrado y escurridizo
que yo mismo no quería conocer.

Encontré, mientras te borraba
y te desvanecías
amor, imitaciones y carne de poesía.

Trabajé como indigente
y borracho oficial en mi país
durante varios años
y renuncié al empleo.

Estoy muy viejo
y lo único que he perfeccionado ultimamente
es mi manera de mirar el mar.

Espero que estés viva
y que te alegren estas noticias mías.

Sigo en La Habana
Alicia
sigo en Cuba que es
por lo menos para mí
el país de mis maravillas
sigo en La Habana
y lo recuerdo todo.
Raúl Rivero
Cuba
Morón, 23 de noviembre de 1945

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