Me declaro
vencido. Los años que me quedan
los malviviré en
penumbra. Cada mañana
deshojaré una
rosa, la misma,
y con tinta
evanescente escribiré un verso
débil y
nostálgico en cada pétalo.
Os lego mi
sombra en testamento:
es lo más
perdurable y sólido que tengo,
y los cuatro
palmos de mundo tranquilo
que creo cada
día con la mirada.
Cuando muera,
cavad un profundo hoyo
y enterradme en
él de pie, frente al mediodía,
que el sol, al
salir, me ciegue el fondo de los ojos.
Así la gente que
me vea exclamará:
Mirad, un muerto
con la mirada viva.
Miquel Martí i Pol
España
Roda de Ter, 19
de marzo de 1929
Vich, 11 de noviembre
de 2003
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