Esa es tu pena.
Tiene la forma
de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del
viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la
altura de tus ojos
y mira cómo
irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como
vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado,
semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al
trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar
exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho
entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del
cielo.
Cuando la soplas
crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como
ciertas flores si la roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer
ni la sometas al hambre y al veneno;
sólo
conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena
es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra
igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma
el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas
entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie.
Apriétala contra
tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio:
sepúltala en tu
pecho hasta el final, hasta la empuñadura.
Argentina
Toay, 17 de
marzo de 1920
Buenos Aires, 15
de agosto de 1999
1 comentario:
Bello poema. Olga Orozco es un gran poeta,gracias por compartirla.
Mariarosa
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