También
el arrepentimiento
es
una gracia santa.
Los rayos del sol de la primavera delgados
como hilos de seda
quiebran
el hielo duro del valle.
¡Las lágrimas se derraman gota a gota
por
el dolor como de aguja!
Apagan el seductor fuego del infierno
que
arde debajo de las orejas.
¿A quién afecta el ferviente suspiro?
Vuelve
a caer el rocío de amor en el alma sofocada.
El arrepentimiento me cierra el cráneo.
¡Ay!,
¡ay!, ¡Qué dolor!
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