Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
9 comentarios:
Inmenso Girondo, tiene toda la razón, habría que llorar así.
Un placer querida Trini.
Así, así es como hay que llorar, sentir y vivir, desde la palabras de Girondo la existencia siempre está teñida de profundidad y pasión.
Es una poema maravilloso.
Besazos.
Buen poeta y buena la selección.
Gracias por compartir.
Un fuerte abrazo.
Vendría muy bien llorar así.
Un abrazo.
Que tus deseos se cumplan
Besos
Reconozco que no he leído mucho de Girondo -tengo una fuerte impresión de sus "palabras apretaditas" en Másmédula-.
Gracias por aceracarnos poetas, Trini, siempre es bueno leer BUENA poesía.
Un beso.
S.
Gracias por compartir tan maravillosa poesía, un saludo.
¡Girondo, la palabra exacta, el sentimiento intacto!
Abrazos,
Simplemente maravilloso, tiene fuerza, tiene vida.
Te dejo un saludo, desde el Sur
(Paseo a menudo por tu casa, hoy te dejé mi huella, no pude evitarlo sobre este poema)
Trinireina:
El siguiente texto lo escribí este pasado año, sirva para complementar y comentar este magnífico poema de Girondo. Conste: no soy llorón.
AGUAS TRAICIONERAS
Nunca pensé
en llorar de adulto
y menos a lágrima viva
delante de todos
en el autobús.
Como un raro
aguacero
a medio día con sol
así resultó
mi tormentosa conducta.
Y yo que creía
haber colgado
desde la infancia
los guantes
de las penas húmedas.
Frank Ruffino.
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