Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.
Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.
Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.
Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.
Carlos Bousoño
3 comentarios:
Hola Trini, que hermosa poesía nos traes.Gracias
Besos
Me alegre mucho haberme encontrado con este gran poema.
Otro poeta que tengo un tanto olvidado. Es bueno pasar por tu blog para recordar a poetas que hace tiempo tengo olvidados.
Un abrazo
Publicar un comentario