Amo los días de
noviembre : vino nuevo y crisantemos.
Días para la fe
perdida, cuando hemos
de estar luchando por lo que queremos
y contra lo que no
queremos.
Desde aquí veo lejanas
sierras de gris o do
menor ; graves besanas,
las cosechas tardías, las tempranas
siembras : árboles, pocos ;
melancolía, mucha ; pero alguna
ironía de locos
pájaros, vaga luna,
frutas maduras que caen, bien una
a una, o que recoge
el hortelano con extraños mimos
y depone en el troje
o solas o en racimos.
Veo también lo pobres que vivimos,
este no ser más que
fracaso y voluntad de ser dichoso.
Ah, pero yo ¿ qué sé ?
El día es tan hermoso,
el aire tan gozoso,
y tengo, todavía, un no sé qué de fe.
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