Y
tú me derramaste tu sombra, peregrino;
Tu
mirada fué buena como una senda oscura,
Como
una senda húmeda que vendara el camino.
.
Me
fué pródiga y fértil tu alforja de ternura:
Tuve
el candor del pan, y la llama del vino;
Mas
tu alma en un pliegue de su astral vestidura,
Abrojo
de oro y sombra se llevó mi destino.
.
Mis
manos, que tus manos abrigaron, ya nunca
Se
enfriarán, y guardando la dulce malla trunca
De
tus caricias ¡ nunca podrán acariciar !...
.
Es
mi cuerpo, una torre de recuerdo y espera
Que
se siente de mármol y se sueña de cera,
Tu
Sombra logra rosas de fuego en el hogar;
Y
en mi alma, un castillo desolado y sonoro
Con
pátinas de tedio y humedades de lloro,
.
¡
Tu sombra logra rosas de nieve en el hogar !
Delmira Agustini
Uruguay
Montevideo, 24 de octubre de 1886/6 de julio de 1914
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