14 febrero 2017

Paulina Vinderman, Postdata

Y todavía no te he hablado del
deterioro del correo en esta oscura provincia
del imperio.
El empleado únicamente gruñe
recostado contra un almanaque del año anterior
(un fondo excesivo de flores, vacas y montañas)
pero ahora lo enamoraron los destinos de mis cartas,
sonríe —algunas veces—
y puedo apostar que piensa en mí
cuando cruza los puentes rumbo a su almohada.
Uno puede adueñarse de los sueños de otros
para no morir, uno puede aceptar la vida como una
representación del deseo.
Así es que sin turbulencias, invento falsas
cartas a escribir —
exóticos remitentes en la mañana que tiembla—
y ese hombre y yo
volvemos a ser porosos, invencibles,
por un rato.

Paulina Vinderman
Argentina
Buenos Aires, 1944

1 comentario:

Mª Jesús Muñoz dijo...

Un poema sorprendente de Paulina Vinderman...A veces necesitamos la ilusión y el deseo para seguir viviendo y las letras nos ayudan, sin duda alguna...Ayudamos a los demás y a nosotros mismos.
Mi abrazo y mi cariño para las dos.