Soy vuestra voz,
calor de vuestro aliento,
El reflejo de
todos vuestros rostros,
Es inútil el batir
del ala inútil:
Estaré con
vosotros hasta el mismo final.
Y por eso me amáis
ávidamente,
Con todos mis
pecados y flaquezas,
Y por eso me
entregasteis sin mirar
Al mejor de todos
vuestros hijos,
Y por eso no me
preguntasteis
Por ese hijo ni
una sola vez,
Y llenásteis con
el humo de alabanzas
Mi casa ya vacía
para siempre.
Y dicen que más
estrechamente ya no es posible unirse
Y que más
irreversiblemente ya no se puede amar...
Como la sombra
quiere separarse del cuerpo,
Como la carne
quiere separarse del alma,
Así deseo yo que
me olvidéis vosotros.
Ana Ajmatova
Rusia
Odesa, Ucrania ,
23 de junio de 1889
Domodedovo, Rusia,
5 de marzo de 1966
1 comentario:
Un poema profundo, donde la autora reconoce su reflejo y unidad pasional con los hijos del mundo...Versos valientes, entregados y sentidos.
Mi abrazo y gracias por traerla, Trini.
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