Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado,
a rachas, por soles cegadores;
Hicieron
tal destrozo los vientos y aguaceros
Que
apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.
He
alcanzado el otoño total del pensamiento,
y
es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para
poner a flote las anegadas tierras
Donde
se abrieron huecos, inmensos como tumbas.
¿Quién
sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán
en mi suelo, yermo como una playa,
El
místico alimento que les daría vigor?
-¡Oh
dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y
el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece
y se fortifica con nuestra propia sangre.
Charles Baudelaire
Francia
Paris,
9 de abril de 1821/
Paris,
31 de agosto de 1867
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