A Cáceres, a sus gentes,
secreto país del paraíso.
Riberas del silencio,
vuelvo a la inmensidad de tu llanura,
a renovar el pacto de la jara y la encina
y de otros mil inviernos obsequiosos.
Hay dinteles que arden, puertas que chirrían
y una campana en medio de la aurora.
Vuelven ahora las aguas a tu puerto
y vuelvo a la densidad de tus almenas,
ciudad de espina en mundo y surco abiertos.
Déjame recordar en qué escondida mata
soñé el licor azul de mi destino
en años malva, tristes, solitarios…
Deja ahora que aquel tiempo me redima
con una lluvia muda de baúles
y anillos que anidaban en mi alma.
Del río enamorado y su secrerto
tan sólo hay cosechas muy tempranas.
Amor en tal medida maltratado
retorna a un niño leve en las orillas…
Ribera del silencio tuve andada,
hoy marcho ya testigo de mis sombras.
Juan María Calles
España
Cáceres, 1963
No hay comentarios:
Publicar un comentario