A mi esposa Doña Elsa
Tu espalda es mi descanso, mi sosiego,
Es la calma después de haber amado,
Tu espalda es un refugio donde llego
A lamer mis heridas angustiado.
Tu espalda es taller de mi poesía
En las noches que paso desvelado,
Tu espalda tiene el fin de cada día,
Es el sueño y un beso ya cansado.
Y si todo se me hace cuesta arriba,
Si la vida se ensaña con mi vida,
Más que nunca, tu espalda es necesaria.
Pues si es dura la mano del destino,
Tu espalda es el altar donde me inclino
Para llegar a Dios con mi plegaria.
Argentina
Arrecifes, Buenos Aires, 10 de Abril de 1934
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